Hacia fines del Siglo XIX, en Tucumán; las iniciativas en materia de asistencia social estuvieron a cargo de la Iglesia y asociaciones benéficas de signo católico que canalizaban las necesidades que el Estado no cubría. El radio de acción estaba centrado en la atención de enfermos, pobres, mendigos, etc. Pero la niñez se encontraba desamparada, no formaba parte de estos dispositivos; este problema se resolvía mediante la entrega de niños pobres a familias de mayores recursos, lo que constituía una práctica extendida y socialmente aprobada.
En diciembre de 1886 se desató en Tucumán una epidemia de Cólera que sumergió al Estado provincial en una grave crisis sanitaria y que al mismo tiempo pareció desestructurar el equilibrio social. La Magnitud del flagelo alcanzó rápidamente niveles insospechados e imposibles de enfrentar con la precaria y deficiente estructura de salubridad provincial.
Una vez controlada la crisis, el punto más álgido lo constituyeron los huérfanos ya que la epidemia había alterado las habituales prácticas de colocación de niños porque las familias se negaban a recibirlos. A la “natural” y estigmatizada condición de portadores y difusores de las enfermedades morales se les sumaba la “peligrosidad” que implicaba la posibilidad concreta de contagio de flagelo.
Esta situación excepcional evidenció la carencia por parte del Estado de reparticiones específicas para este segmento de la población. Las instituciones existentes en la provincia no tenían ni la infraestructura ni los medios para atender a los niños, es por ello que el Asilo León XIII de San José, es fundado el 30 de abril de 1893. Esta fundación surgió a pedido del Padre Francisco Grote de la Congregación de Padres Redentoristas. Para poder palear la situación reinante.
El 30 de abril de ese año, con la aprobación de Monseñor Padilla y Bárcena, Obispo de Salta de donde dependía eclesiásticamente la provincia de Tucumán y el Vicario Ignacio Colombres, dieron principio a la fundación de la casa con el título de ASILO LEÓN XIII para varones huérfanos y jovencitas carenciadas, nombre puesto en honor al Papa reinante de ese año (León XIII) y bajo el patrocinio de San José.
La fama del bien que hacía la Congregación de las Hnas. Josefinas iba creciendo por toda la República, y por eso, de varios pueblos y provincias llegaban peticiones a la Madre Camila para que aceptase nueva fundaciones.
Tal es el caso del Asilo León XIII de San José, fundado el 30 de abril de 1893. La Sierva de Dios tenía una marcada veneración al Santo Padre, y por eso, al celebrarse ese año el Jubileo Sacerdotal de S. S. León XIII, le da este nombre al Asilo que funda, que se dedicaría a la atención de niños huérfanos y pobres.
Muchos niños han encontrado desde los comienzos de esta obra hasta el momento actual la presencia solicita de las Hermanas, que, como verdaderas madres cuidan, enseñan y sobre todo los educan en la fe.
Cuando las necesidades del momento lo requirieron, se inició la escuela primaria abierta a otros niños de la ciudad, no solo a los internos.
La Comunidad Educativa del Colegio León XIII de San José crece día a día en número y en calidad de formación intelectual, social, cultural y sobre todo religiosa, siendo testigos de esperanza mediante el abandono filial en Dios Padre dedicándonos con todo empeño a la atención de todos, pero en especial de los más pobres y necesitados confiando en la Divina Providencia.
Hoy todos los que integramos esta Familia Josefina del Colegio León XIII de San José, seguimos las huellas de nuestra Madre Fundadora trabajando sin descanso para que Cristo nazca y crezca en las almas de estos niños, jóvenes y adultos, penetrando en las realidades humanas de cada familia que llega a las puertas de nuestra institución, ejerciendo nuestra actividad apostólica con entera obediencia y fidelidad a la Santa Madre Iglesia en la vos del Santo Padre.